jueves, 10 de marzo de 2011

Vendimia: ¡No es para tanto!

Suspensión de la Vendimia: ¡¡NO ES PARA TANTO!!

Si uno viene leyendo signos y situaciones de la vendimia -que no es sólo el Acto Central- de esta última edición y de anteriores (del gobierno del actual signo político, y de otros pasados), la escandalosa e injustificable suspensión de esta repetición, en realidad, no es para tanto, al menos, no debería sorprendernos ni hacernos rasgar las vestiduras.
Por referirme a situaciones de esta Vendimia 2011 (pero que podemos encontrar reiteradamente en anteriores) valgan algunos pocos ejemplos:
El carruaje que transportaba a las REINA y VIRREINA NACIONAL de la Vendimia 2010, que no interesa si es de Turismo, de Cultura, de la Provincia, del municipio capitalino, de otro municipio o de Mongo Aurelio, porque en definitiva representa a MENDOZA y transporta a las soberanas NACIONALES, se presentó sin atractivo, sin jerarquía, sin elaboración ni interés alguno como no fueran las dos reinas solitarias en medio de palos o hierros cubiertos con un nylon mal coloreado que pretendía representar, supongo, la cordillera de Los Andes, recurso que seguramente habría sido mucho mejor ejecutado y aprovechado por los alumnos del jardín de infantes con menos recursos y menos creatividad de la provincia.
Viendo pasar en el Carrusel el carro de Luján, me preguntaba si se justificaba que yo hubiese hecho el trayecto desde mi casa en el Gran Mendoza hasta el centro, para ver un acoplado mal camuflado con placas de aglomerado, portando a la reina departamental, vestida sí para la ocasión, pero las chicas de la corte, vestidas de  jeans y blusitas blancas  como cualquier chica que puedo ver cualquier día y a cualquier hora en cualquier lugar de la ciudad y de la provincia. Me sentí no sólo defraudado sino hasta estafado y burlado. No quiero saber que pensarán quienes hicieron 500 kilómetros, o 1000 o  muchos más en el caso de extranjeros e invirtieron sus buenos pesos, para ver esos carros que daban, por lo menos lástima.
Más allá de los denodados esfuerzos de locutores y comentaristas por jerarquizar y adornar los carros con palabras a falta de otra cosa, convengamos que en general, el nivel de calidad en la concepción y ejecución  de los carruajes, deja bastante que desear, salvo excepciones que igualmente no sobrepasan una medianía aceptable.
No vale la pena redundar aquí en las demoras en el inicio y recorrido de los desfiles, baches entre uno y otro carro, desorganización, tediosas esperas y demás, cosas archi repetidas año a año y que no se solucionan nunca.
Ya en el acto central, los accesos al teatro griego siguen sin resolverse eficientemente –existen los mismos que hace 10, 20 o más años. La cartelería y señalización de los sectores, accesos, sanitarios etc,  es deficiente, poco clara y de un nivel de diseño que deja mucho que desear. La circulación que rodea inmediatamente el hemiciclo del teatro, sin asfaltar, llena de barro por las precipitaciones. Como si no importara mucho que quien concurre se oriente bien, se desplace con comodidad y seguridad o perdido en la multitud deba andar preguntando para recibir informaciones imprecisas.
Situaciones del acto central en sí, que no hacen a un criterio estético determinado o a la tan mentada antinomia tradición versus vanguardia, sino al nivel de profesionalismo, de cuidado, de respeto al público y a otros artistas o actores, del nivel de calidad y excelencia a que debería apuntar semejante fiesta,  por mencionar algunas:
Parte de las cajas lumínicas previstas, al parecer nunca fueron entregadas ni instaladas por la empresa responsable.
El techo que con toda lógica y razón  exigían los músicos para proteger en caso de lluvia no tanto a sus personas como a sus valiosos instrumentos y equipos no fue instalado, al menos para la noche de la elección, así y todo actuaron  excelentemente gracias a su profesionalismo y a los buenos oficios de mediador del director de la fiesta.
En uno de los cuadros buena parte de los bailarines, acorde al tema que se bailaba y a la vestimenta, aparecían calzados con alpargatas a la mejor y correcta usanza de los paisanos de campo. En idéntico cuadro, papel y momento, otros bailarines, calzados con zapatillas y botines deportivos de todo pelo y laya. Que no queda claro si ésta es una introducción vanguardista, una escenificación de la modernización del hombre de campo trocando alpargatas por “nikes”, o simplemente una gran desprolijidad, imprevisión y falta de profesionalismo.
Cuando finalizada la parte del show musical – no la Fiesta de la que todavía quedaba la elección , coronación y fuegos de artificio- y MIENTRAS eran presentadas las candidatas por los locutores y MIENTRAS las reinas de mandato cumplido accedían al escenario mayor y MIENTRAS se hacía el escrutinio, haciendo gala de una notable falta de profesionalismo, de disciplina y de respeto hacia el público, hacia las reinas salientes, hacia las candidatas, hacia los locutores, hacia las ex reinas (artistas o actores todos de la fiesta al fin y al cabo), los señores y señoras “artistas” –estoy dudando que lo sean- , bailarines y demás  hacían corrillos, rondas, posaban como adolescentes de fin de curso en las escalinatas de la escenografía, se sacaban fotos, corrían, se tiraban unos a otros al espejo de agua, gritaban, se desvestían en pleno escenario y guardaban tranquilamente sus vestuarios en valijas y bolsos, deambulaban por el escenario con sus mochilas y bártulos, reían, festejaban entre ellos como si tal cosa. No les importó ni el público, ni las candidatas, ni las reinas, ni los locutores ni nada. Desprolijidades que la televisión tuvo la delicadeza o la picardía de no mostrar.
No fue éste el corolario de la sucesión consuetudinaria de desprolijidades, faltas de respeto y de profesionalismo, improvisaciones, impericias y desaprensiones que se vienen arrastrando desde hacen años, pero sí su antecedente inmediato. No debería pues sorprendernos este broche de oro con que tanto gobierno como artistas cerraron estas setenta y cinco vendimias suspendiendo la repetición y defraudando a miles de espectadores y a millones de mendocinos. Como se vienen haciendo las cosas desde hacen varios años, hasta era  esperable y lógico.
Estamos en el siglo XXI y en plena era de la globalización. Hay ofertas de festejos populares de gran nivel en todo el mundo incluyendo otras regiones de nuestro país. Si no reconocemos errores y deficiencias y no empezamos urgentemente a enmendarlos, perderemos tristemente el lugar que hemos conseguido en estos 75 años de Vendimia.
Por no irnos a Europa o a otros países latinoamericanos, basta mirar aquí cerquita, en Ugarteche, en Pedro Molina, en el mismo carrusel, hay que ver nada más el nivel de excelencia,  calidad y dedicación en el  vestuario, y el nivel de compromiso y entrega de las colectividades bolivianas, que se destacan, pero lejos, del resto del carrusel en cuanto a calidad, esmero y cuidado en su presentación.
Son necesarios creatividad, pero además un buen nivel de ejecución y técnica para que esa creatividad se manifieste y de la mejor manera. Y además de la creatividad y la técnica, es necesaria la responsabilidad y disciplina para que esa creatividad y esa excelencia en la técnica y en la ejecución no se frustren. La ausencia de una o varias han hecho eclosión finalmente y de la peor manera.
Hace rato que la Vendimia dejó de ser la fiestita del pueblo donde salen bailando la hija de la Porota y el ahijado de doña Mecha. Es una fiesta con proyección nacional e internacional. Hace falta calidad y competitividad. Hacen falta profesionales con preparación profesional en su disciplina, pero también con actitud profesional, con responsabilidad profesional y con ética profesional. Y se me ocurre que tirarse al agua y hacer rondas mientras la fiesta continúa no es una actitud para nada profesional. Ni es para nada responsable, por el motivo que sea,  no salir a actuar y dejar plantados a un público de más de 20.000 personas, muchos de los cuales hicieron cientos y hasta miles de kilómetros sólo para ver la fiesta.
Tanto gobierno como artistas han demostrado que poco y nada les importa en verdad la Vendimia, ni el público, ni el turismo como no sea para satisfacer sus propios egos y mezquindades, sus propios intereses sectoriales o personales, su minuto de fama y para usarla como vidriera para sus pretensiones políticas o artísticas. Unos y otros por igual han perjudicado enormemente a la Fiesta de la Vendimia, a los turistas y a todos los mendocinos.
A gobierno y artistas: cada uno en su ámbito, les faltó eficiencia, profesionalismo, capacidad, responsabilidad, ética y por sobre todo les faltó grandeza.  Al menos, es lo que han demostrado sobradamente.
Espero que esto no quede en un lamentabilísimo incidente, en un gran perjuicio para la fiesta, para la provincia y para todos los mendocinos, en una sarta interminable de críticas y en la búsqueda obsesiva de chivos expiatorios, sino que sirva para replantearse seriamente todo lo referente a la Vendimia entendida como una totalidad, desde si es verdaderamente un festejo popular o es una fiesta estatal, al servicio de un sector empresarial, y de los políticos y artistas de turno pagada por todos los mendocinos o ambas. Replantearse quiénes deberían concretarla y organizarla, con qué criterios deberían seleccionarse a los profesionales que intervengan. Qué beneficios económicos, sociales, culturales y emocionales aporta y a  quienes. Si verdaderamente queremos que sea un espectáculo de jerarquía o sólo una oportunidad de conchabo para diletantes. Que tanto nos importa la Fiesta de la Vendimia a los mendocinos y a cuántos de los mendocinos nos importa realmente. Qué piso de calidad mínimo debería exigirse en todos y cada uno de los eventos, niveles y componentes de nuestra fiesta máxima entendida como una totalidad, no sólo el Acto Central, independiente del departamento, del sector o repartición que sean, porque en definitiva todas y cada una de las partes de la fiesta representan a Mendoza toda. Repensar si es el Estado quien deba monopolizar la organización y concreción de la fiesta o tal vez imaginar otro tipo de instituciones o grupos de instituciones, o sectores sociales -y no estoy hablando de privatizarla. Qué grado de intervención y control deberían tener las organizaciones no gubernamentales y los ciudadanos comunes. Qué tanto les importan el turismo y el público a los organizadores, artistas, políticos, empresarios y a los mendocinos en general y que está dispuesto a aportar y a exigir cada cual para sostener la fiesta, mejorarla y elevarla al nivel de calidad que debería tener. Que pasaría si un año el gobierno decidiera no hacerse cargo absolutamente de nada, ¿se haría de todos modos? ¿quien la haría? ¿quien debería financiarla?
Los interrogantes son muchos, las respuestas inciertas pero lo cierto es que hay que discutir y repensar seriamente  nuestra fiesta mayor y creo que esta es una buena oportunidad para hacerlo.
Hay grandes espectáculos y espectáculos grandes. Si seguimos por este camino,  tendremos, y con suerte, sólo un espectáculo grande.

Sergio Eduardo Cilla
DNI 12.138.918
7 Marzo de 2011